El reencuentro del Muertho de Tijuana con su Guadalajara querida

Poco a poco se empiezan a reactivar los espectáculos, sobre todo (y lógicamente) los de aforos reducidos y nacionales o locales. El fin de meses oscuros sin música en vivo y convivencia frente a frente, por fin se ve cerca y por fortuna, el Foro Independencia sigue proponiendo shows para todos los gustos y edades.

Así fue como llegó después de dos años de ausencia, El Muertho de Tijuana con un show renovado y recargado de pilas para su público que de igual manera se mostró en todo momento ávido de ese ritual en el que se convierte un concierto del autollamado “Viejo decrépito”.

Ruidorama y TWÖLF fueron los invitados encargados de abrir la noche, éstos últimos además conquistaron el oído del “Padre Santo” quien elogió su presentación al salir al escenario. 

El recibimiento, como era de esperarse, fue ameno, como de amigos que se extrañaron y se abrazaron con mucha emoción. Hubo gritos, baile, corearon sus canciones que ya son éxitos consagrados y por supuesto, no podían faltar las muchas mentadas de madre. 

 Contrario a otras ocasiones, esta vez el Muertho se hizo acompañar de una guitarra y no de su teclado, se mantuvo en su asiento la mayor parte del show, como si de algo íntimo se tratara y fue más recatado en general, aunque invitó a chicas y chicos a subir al escenario y convirtió aquello casi en un aquelarre, típico de los encuentros con su público fiel con quien en ningún momento de la noche tuvo reparo para interactuar. 

Casi dos horas de concierto, que se sintieron como minutos, fue lo que brindó a sus seguidores tapatíos y la siempre latente promesa de regresar. Un encuentro que evidentemente dejó satisfechos a todos los presentes y fue como un destello en medio de una larga oscuridad. El Muertho, el Foro Independencia, los conciertos y los que gustan de la música en vivo, por fin regresaron.

Reseña: Ana Karen / Fotografías: Uriel Villalobos

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