Tras tanta sequía de normalidad, es justo y necesario decir ¡ya basta! a comenzar los relatos de lo vivido en los conciertos con la ya tan gastada frase: “por la pandemia se tuvo que cancelar tal o cual concierto”, simplemente porque ya fue suficiente y ya es sabido por todo mundo, pero sobre todo, porque es parte del duelo dejar de hablar de aquello que nos arrebató tanto.
Así que el inicio del relato sobre el concierto de Los Punsetes la noche del 1 de abril en el Rooftop del C3 Stage, cambia por: ¡Los recintos de conciertos están de nuevo abarrotados!
y esa es la noticia más relevante de los últimos días para los que disfrutan de la música en vivo. En el puntual caso de C3 Stage que cuenta con dos escenarios, fue un evidente rush que se notó desde su publicidad en redes días antes, pero que se volvió visible al llegar a sus puertas y toparse con una fila que ahora hasta resulta satisfactoria. La sorpresa era que a pesar de ser apenas las 9 de la noche, esa fila no era para Los Punsetes, sino para el show que se llevaría a cabo horas más tarde en el escenario principal.
Pero la misión de Rocksuite era el primer concierto de la noche, así que lo siguiente era subir las escaleras de caracol para comenzar con la bonita costumbre de llegar a tiempo y ver a la banda local que abre el concierto.
Para ello puntuales y eléctricos arribaron al escenario Los Delgallo quienes con su psicodelia y crudeza en las guitarras, animaron al público que ya llenaba la azotea del recinto de Av. Vallarta. La gente reaccionó positivamente a esta invitación a divagar por los sonidos de una agrupación que se distingue por dejar a la imaginación de qué van sus canciones, pues sus atmósferas creadas desde sus temas meramente instrumentales, te obligan a emprender un viaje que en vivo, no solo se disfruta, sino que toca fibras sensoriales, todo un deleite.
La experiencia con Los Delgallo cumplió su misión y los asistentes estaban listos para el plato fuerte que esperaron por años, y los deseos por escuchar a los madrileños, se notaban en cada rostro emocionado.

Pocos minutos antes de las 10, subieron al escenario Jorge, Chema, Manu, Luis y una Ariadna que adoptó su lugar frente al micrófono con la única posición que le veríamos en toda la velada.
Así, sin decir palabra que avisara que el concierto estaba dando inicio, o ese saludo caluroso de cualquier banda hacia su público, (porque evidentemente no son cualquier banda) comenzaron a sonar los primeros temas, que en realidad todo el tiempo siguieron sin pausas, uno tras otro, como si de una playlist en plataforma se tratara, pero con la rudeza y electricidad que genera un en vivo.
Los ánimos, en contraste con la vocalista inmóvil estaban desatados: mucho baile por aquí y por allá, descontrol en el escenario por parte del resto de la banda que canción tras canción lo dejaban todo desgarrando esos instrumentos, pero para bien. Y por supuesto, los cánticos al unísono de los fans “punseteros” que replicaron las letras que la banda ha hecho éxitos durante sus ya casi 20 años de trayectoria.

Ariadna se limitó, como es su costumbre, a seguir solo con los ojos a quienes cantaban con todo el sentimiento la invitación a dar “Tu opinión de mierda”, como si dedicaran lo que piensan sobre “Tu puto grupo” o “que le den por culo a Tus Amigos”, así canción tras canción que sus seguidores han hecho propias de las muchas ya que han acumulado en sus 6 discos y múltiples sencillos lanzados.
Sería arriesgado y quizá incorrecto decir que aquello fue sold out, pero lució y se sintió (por
aquello del incesante calor) que así fue. Aunque con algunos fallos técnicos casi imperceptibles, en general la agrupación sonó bastante bien y potente como es el sello que llevan a pesar de ser abanderados de un ritmo indie pop que dio muestra de por qué su carrera hoy por hoy los posiciona como una de las mejores bandas independientes de España.
Reseña: Ana Karen / Fotografías: Rodrigo Cerda










