El 31 de marzo, la catedral del estruendo conocida como C4 Concert House, recibió la visita de St. Vincent, esa deidad de la guitarra y el performance que convierte cada concierto en una ceremonia de fuego, lásers y una dosis precisa de delirio. Con una asistencia notable, la noche prometía y cumplió con creces.
Los encargados de abrir el ritual fueron los Descartes a Kant, banda tapatía que sigue demostrándonos que la vanguardia no tiene por qué pedir permiso. Entre teatralidad, caos calculado y un sonido que es puro vértigo, calentaron el ambiente con una elegancia retorcida que dejó al público más que listo para la aparición de Annie Clark.


Y entonces, St. Vincent. Su presencia es un bisturí: precisa, afilada y con el filo justo para desangrar cualquier duda sobre quién domina el escenario. Abrió con «Reckless«, estableciendo desde el primer acorde, que la noche sería un paseo entre la distorsión y la sensualidad. De ahí en adelante, el setlist fue una exhibición de músculo sonoro y teatralidad: «Fear the Future», «Los Ageless» y «Marrow» fueron auténticas descargas eléctricas.
Con «Pay Your Way in Pain» y «Digital Witness» demostró que el funk y la ironía pueden bailar juntos en un mismo beat, mientras que «Cheerleader» y «New York» recordaron que también hay espacio para la vulnerabilidad entre tanta artillería sónica. «All Born Screaming», de su más reciente material, se sintió como una revelación: oscura, grandilocuente y con ese toque de dramatismo que Clark maneja como una titiritera maestra.

Cada gesto, cada nota, cada coreografía mínima se sintió como parte de una obra meticulosamente planeada pero con la energía de lo impredecible. Annie Clark no toca la guitarra, la convierte en un personaje más de su espectáculo: a ratos una bestia rugiente, a ratos un lamento eléctrico. Y el público, hipnotizado, se dejó arrastrar sin oponer resistencia.
Para cuando sonó «Somebody Like Me», el hechizo estaba completo. St. Vincent no ofrece conciertos, oficia ceremonias. Y anoche, en el C4 Concert House, fuimos sus fieles devotos.


Reseña: El Reportero Amorfo
Fotos: Leslie del Moral // ACK Promote