Snarky Puppy: El reto que el público aceptó

Hay noches en que la música no entretiene: salva.
El C4 Concert House fue testigo de una de esas raras ocasiones en que el arte se impone sobre todo lo demás: la moda, la prisa, el ruido de lo cotidiano. Snarky Puppy subió al escenario y convirtió el aire en materia viva, en un río que arrastraba a todos los presentes hacia un sitio más alto, más luminoso.

Comenzaron con piezas nuevas, sin pedir permiso ni disculpas. Fue un reto: ¿está usted aquí para repetir lo que ya conoce o para arriesgarse a crecer junto a nosotros? Y el público aceptó. Después llegaron los temas familiares, pero ya no eran los mismos: habían cambiado, como cambia uno después de una revelación.

En medio del concierto, Michael League dijo que muchas veces el público no permite que los artistas crezcan. Esta vez, ocurrió lo contrario: la multitud dejó espacio y los músicos crecieron frente a nuestros ojos. No hubo concesiones, hubo exploración, hubo vértigo. Lo que se escuchó no fueron canciones, sino arquitecturas efímeras levantándose en tiempo real.

Las fotos que quedan —pocas, en blanco y negro— no alcanzan. Porque este concierto no era para coleccionar imágenes, sino para recordar la vibración en el pecho, el estremecimiento en la piel, la certeza de que estábamos frente a algo que no se repetirá igual jamás.

El Reportero Amorfo, con su semblante de piedra, salió conmovido. Estas son las noches que lo salvan del cinismo, las que rompen la carcasa, las que le devuelven la esperanza de que no todo está perdido ni podrido. Porque esto que sucedió no fue entretenimiento: fue alimento.

Snarky Puppy nos recordó que la música, cuando es de verdad, no adorna la vida: la sostiene.

📸 @krasso.77
✒️ El Reportero Amorfo

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